Ante el dolor de los demás
La iconografía del sufrimiento es de antiguo linaje. Los sufrimientos más dignos de representación son los que se entienden como resultado de la ira humana o divina.
Al parecer, la apetencia por las imágenes que muestran cuerpos dolientes es casi tan viva como el deseo por las que muestran cuerpos desnudos. Durante muchos siglos, en el arte cristiano las descripciones del infierno colmaron estas dos satisfacciones elementales.
Un horror inventado puede ser en verdad abrumador pero la vergüenza y la conmoción se dan por igual al ver el acercamiento de un horror real. Quizá las únicas personas con derecho a ver imágenes de semejante sufrimiento extremado son las que pueden hacer algo para aliviarlo.
Lo espeluznante nos induce a ser meros espectadores o cobardes incapaces de ver. Los que tienen entrañas para mirar desempeñan un papel que avalan muchas representaciones gloriosas del sufrimiento.
En 1633 Jacques Callot publico una serie de dieciocho grabados titulada la miseria y desgracia de la guerra, la cual representa las atrocidades que cometieron las tropas francesas. Callot tuvo algunos sucesores Hans Ulrich Franck, un artista alemán menor que en 1643, hacia el final de la guerra de los treinta años, comenzó a elaborar lo que a la postre fueron veinticinco grabados que representan a soldados asesinando campesinos. Pero es de Goya la preeminente concentración en los horrores de la guerra. Los desastres de guerra, una serie numerada de ochenta y tres grabados realizados entre 1810 y 1820, representan las atrocidades que los soldados de Napoleón perpetraron al invadir España en 1808 con objeto de reprimir la insurrección contra el yugo francés.
La diferencia entre las imágenes hechas a mano como las de Goya y las fotografías, mediante la convención de que los artistas hacen dibujos y pinturas y los fotógrafos toman fotografías. Pero la imagen fotográfica no puede ser la mera transparencia de lo sucedido. Siempre es la imagen que eligio alguien; fotografiar es encuadrar, y encuadrar es excluir.
Roger Fenton el primer fotógrafo de guerra, fue ni más ni menos que el fotógrafo oficial de aquel conflicto enviado a Crimea a comienzos de 1855 por el gobierno británico a instancias del príncipe Alberto. Reconociendo la necesidad de contrarrestar las alarmantes crónicas periodísticas sobre los riesgos y privaciones inesperadas que padecían los soldados británicos enviados el año anterior.
Fenton siguiendo instrucciones del Ministerio de Guerra de no fotografiar a los muertos, los mutilados y los enfermos, y excluido de casi todos los otros temas a causa de la aparatosa tecnología fotográfica, se ocupo de representar la guerra como una solemne excursión solo de hombres.
La única fotografía de fenton en Crimea que rebasa la documentación favorable es (el valle de la sombra de la muerte), cuando seiscientos soldados británicos fueron emboscados en la llanura sobre Balaclava.
Felice Beato fue el primer fotógrafo que presencio varios conflictos además del de Crimea en 1855, estuvo en la rebelión de los cipayos (que los británicos llaman el Motin Indio).
La impresionante fotografía que beato hizo en Lucknow del palacio Sikandarbagh, destripado por los bombardeos, muestra el patio cubierto de huesos de los rebeldes.
Captar una muerte cuando en efecto está ocurriendo y embalsamarla para siempre es algo que solo pueden hacer las cámaras, y las imágenes, obra de fotógrafos en el campo, del momento de la muerte. Nuevas exigencias se presentan a la realidad en la era de las cámaras. La realidad tal cual quizá no sea lo bastante temible y por lo tanto hace falta intensificarla; o reconstruirla de un modo más convincente. Asi la primera película de actualidades rodada en una batalla un incidente en cuba muy difundido durante la guerra entre España y Estados Unidos de 1898 llamado la Batalla de San Juan.
Siempre había habido censura, pero durante mucho tiempo fue inconstante, al capricho de los generales y jefes del estado. La primera vez que se proscribió de modo organizado la fotografía periodística en el frente fue en la primera guerra mundial, e hicieron falta otros cincuenta años y el relajamiento de la censura con la primera guerra cubierta por televisión, para comprender el efecto que las fotografías espantosas podían ejercer en el público nacional.
Las condiciones que permiten el uso de cámaras en el frente con propósitos ajenos a los militares se han vuelto mucho más estrictas a medida que la guerra se ha convertido en una actividad proseguida con aparatos de creciente precisión óptica para rastrear al enemigo. No hay guerra sin fotografía observo aquel notable esteta de la guerra Ernst Jünger
JACQUES CALLOT
ROGER FENTON